Ser cuidador es una profesión cada vez más valorada ya que son muchas las personas dependientes que necesitan de la ayuda y compromiso de otras para poder mejorar su calidad de vida diariamente. Esta figura, es ejercida desde un familiar, quien se ocupa de sus cuidados hasta profesionales cualificados en este tipo de tareas.
Con motivo de Día Internacional de las Personas Cuidadoras se pretende reconocer el trabajo y la dedicación que estas personas destinan al cuidado de personas mayores, enfermos y dependientes, cuya labor no es otra que dedicar su vida al cuidado de los demás.
Vivimos en una sociedad donde la esperanza de vida va en aumento y es necesario que los mayores dispongan de alguien que se ocupe de su bienestar en su día a día. También, el hecho del aumento de enfermedades que pueden desarrollar las personas de avanzada edad hace que el número de personas dependientes aumente.
Es por ello que, la labor que ejercen los sociosanitarios, que de su profesionalidad y experiencia depende de bienestar de mayores y enfermos a los que cuidan soportando a diario una importante carga física, psíquica y emocional, el compromiso con otras personas; se traduce en una Iniciativa en apoyo a estos cuidadores por parte de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y de la Fundación Envejecimiento y Salud (FES). La profesionalización debe reflejarse en la figura del cuidador.
¿Qué se entiende por ser cuidador?
Es aquel profesional titulado que se encarga de ayudar a la persona dependiente a llevar una vida lo más digna posible. Es la persona que se ocupa de cubrir las necesidades física, sociales o afectivas de nuestros familiar o adulto mayor.
Ser cuidador no sólo es el profesional que cuida, sino que se convierte en la persona de confianza, pasa a ser un amigo o parte de su familia que implica dar parte de ti a esa otra persona.
Una profesión compleja que no está reconocida como se merece ni social ni económicamente, pues se trata de un trabajo difícil en ocasiones y muy sacrificado que implica tiempo, paciencia, esfuerzo o disponer de un carácter especial para tratar con personas mayores, dependientes, enfermos.
Si nos centramos en las funciones específicas que desempeñan estos trabajadores, podemos diferenciar:
- Ser cuidador implica atender las necesidades básicas de la persona.
- Cuidar el aseo e higiene diaria.
- Llevar el control y administración de la medicación del dependiente.
- Acompañamiento de la persona durante sus paseos y traslados al hospital, ambulatorio…
- Realizar las comidas e ir a comprar los productos necesarios si es preciso.
- Puede realizar rehabilitación, si estuviese capacitado, y cambios posturales en caso de estar inmovilizado.
- Ofrecer su compañía para evitar problemas de soledad.
- Tareas básicas de orden y limpieza para mantener un entorno limpio y acogedor para la persona con dependencia.
En ocasiones, las tareas que ejerce un cuidador no quedan muy claras y se pueden llegar a confundir con otro tipo de ocupaciones como pueden ser las tareas de trabajadores del servicio doméstico. Su trabajo no debe exceder fuera de la asistencia de la persona a la que cuida. Tampoco la gestión de asuntos familiares del dependiente, así como atender a otros miembros de la familia.
Los límites que se establecen para el trabajo realizado por un cuidador no están arropados por un marco legal claro, pero siempre debemos apelar a aquellos cuidados que tengan que ver con la persona dependiente y sus necesidades. Ser cuidador lleva asociado unas capacidades formativas para la realización correcta de su trabajo pero, además, debe contar con ciertas aptitudes personales que le permitan ejercer su profesión con cierto grado de humanidad y trato hacia otras personas.