Los mayores en primavera necesitan de especiales consejos y recomendaciones, por los peligros que a veces esta época del año puede entrañar para las edades avanzadas, donde la salud es susceptible de verse más comprometida. Como todos sabemos, el principal de todos los problemas que pueden acechar a la salud de las personas en esta etapa florida del año, es la llegada de las alergias. Los procesos alérgicos son el gran óbice para la salud de la tan anhelada estación primaveral, pues comportan una sintomatología tan variada como molesta: toses, irritación de garganta y de ojos, picores de nariz, moqueo proliferante…
A ello hay que agregar y que advertir que tal sintomatología tiende a variar según las condiciones fisiológicas y la edad de cada persona en particular. Tanto es así, que en algunos individuos la alergia puede llevar a obstruirles la garganta y a procesos febriles que les hagan guardar cama durante días. Sin embargo, en otros, la alergia se hace notar de la manera más leve, sutil y gentil. Sin embargo, hemos de insistir, y subrayarlo además, en el hecho de que en la edad provecta tales problemas y trastornos estacionales son más vehementes y duros que en periodos previos de la andadura humana.
Principales consejos para los ancianos en primavera
Entre las recomendaciones que deben dirigirse a las personas de avanzada edad en estas fechas de flores y frutos, debemos destacar los siguientes:
- Prevenir y controlar los brotes de alergia primaveral. Dado que el efecto se debe al polen, aquí en concreto el uso de gafas de sol y mascarillas posee una importancia esencial, ya que protege al anciano del contacto directo con tan irritante sustancia. Otro consejo muy útil a este respecto es evitar ventilar durante demasiado rato, y sobre todo no abrir las ventanas en los momentos de la jornada en que haya mayor concentración de polen: concretamente, entre las 5 y las 10 de la mañana y las 7 y las 10 de la noche.
- Cuidado con los cambios de temperatura. Si algo caracteriza a la primavera, y más en los campos y páramos de la altiva y austera Castilla –aunque también en otras latitudes del país- son los abruptos cambios de temperatura, esas intempestivas, impertinentes oscilaciones térmicas, que lo mismo pueden acalorarnos casi repentinamente que granjearnos un sonoro y pesado catarro. Tales trastornos térmicos son más peligrosos para los mayores en primavera, que por el adelgazamiento de su piel, así como cambios en el metabolismo basal y en el funcionamiento de los receptores térmicos cutáneos, son mucho más sensibles, sobre todo, al frío y a las bajas temperaturas súbitas. También es fundamental saber prevenir los calores extremos a que se puede llegar en esta estación, sobre todo en sus postrimerías, ya que los golpes de calor pueden acarrear perniciosas consecuencias a la salud de la persona anciana. Ha de tenerse mucho cuidado con la ventilación del hogar, no sea que sobrevengan enfriamientos.
- Cuidar la alimentación. Aquí la absorción de calorías ha de ser forzosamente menor y mucho menos contundente que en el invierno. Principalmente ha de basarse en las frutas, hortalizas y verduras que atesora esta etapa florida del año, tan rica en exuberantes germinaciones y eflorescencias. Las vitaminas y la fibra son de gran ayuda para la regulación del organismo de la persona, sobre todo si se halla en la ancianidad.
Los mayores en primavera han de tener precaución para así disfrutar mejor de esta época tan anhelada del año sin encontrarse con súbitos e indeseables disgustos para su salud. Con estos sencillos consejos, se podrán eludir con éxito todo tipo de complicaciones.