Tratar la epilepsia es posible y además absolutamente necesario en el día a día de una persona epiléptica. Por fortuna ya quedaron muy lejos los tiempos en que el epiléptico era considerado un maldito y un poseído de Satanás, como también aquellos, mucho más recientes, en que tal patología era considerado un misterio que no se trataba, sino que tan sólo se enfrentaban las crisis tumbándose el enfermo y recostando la cabeza sobre una almohada o cojín al tiempo que mordía un objeto alargado para evitar dañarse la lengua. Si bien las prevenciones para la crisis epiléptica siguen siendo similares, ya existen terapias y protocolos para que el tren de vida de la persona afectada por esta dolencia pueda proseguir su cotidianidad sin verse especialmente afectado en su entorno social, escolar, laboral, profesional, académico, etc.
De hecho, es fundamental comenzar el tratamiento cuanto antes, pues, cuanto más se retrase este, más frecuentes pueden hacerse las crisis. Se ha de emplear el fármaco antiepiléptico que resulte más eficaz y mejor tolerado por la particular y específica fisiología del paciente. De este modo, se conseguirá evitar la primera crisis con el primer medicamento que se tome, y el 20% restante con el segundo.
La selección del medicamento contra la epilepsia
Por supuesto, la selección del fármaco que haya de tomarse para enfrentar esta dolencia se efectuará bajo las indicaciones y prescripciones facultativas del médico especialista. Para asignar qué medicamento habrá de ser el más adecuado para cada enfermo concreto, se siguen estos indicadores:
- Edad. Cuanto mayor sea la persona (y a partir de la pubertad) tanto más deberán evitarse para tratar la epilepsia la fenitoína, fenobarbital y benzodiacepinas, pues ejercen efectos secundarios bastante negativas sobre la conducta de la persona y sus funciones cognitivas, como la memoria.
- Sexo. En el género femenino, y dependiendo también de las edades, el habrá de emplearse uno y otro fármaco. Por ejemplo, es preciso evitar el valproato en las chicas adolescentes porque puede provocar obesidad y caída del pelo, así como amenorrea, que es la ausencia de menstruación en las mujeres de edad fértil. En cuanto a las niñas, es preciso evitar la fenitoína, pues puede acarrearles hiperplasia gingival (o considerable aumento del tamaño de las encías) e hipertricosis, o crecimiento del pelo en zonas donde no solía crecer.
- Peso corporal. En niños que sufren obesidad, es necesario evitar el valproato, pues engorda; y en niños muy delgados, han de evitarse la zonisamida y el topiramato.
¿Qué tipo de vida se debe llevar para evitar las crisis epilépticas?
Siguiendo estos sencillos consejos, es posible reducir al mínimo las crisis epilépticas:
- Evitar una exposición prolongada a la televisión o a videojuegos.
- Evitar la privación del sueño. Dormir bien y el número de horas necesario es primordial para evitar nuevas crisis.
- Se debe evitar el alcohol, pues además este reduce la eficacia de los fármacos antiepilépticos y aumenta los efectos tóxicos que los mismos desencadenan sobre el organismo del enfermo.
- Las dosis del medicamento han de tomarse rigurosamente en los momentos que corresponda. Si se olvida tomarlos, es preciso consumirlos en cuanto ello se recuerde.
- Cuando se presenten crisis con cierta frecuencia o son de diversos tipos, es muy aconsejable confeccionar un calendario de los días en que estas se han presentado. Así se puede conocer si hay un patrón común.
- El paciente ha de someterse rigurosamente a controles periódicos sobre la toma de fármacos, la marcha del tratamiento y las crisis que puedan presentarse.
Tratar la epilepsia implica seguir con autodisciplina unos determinados hábitos saludables y la toma de medicación y controles prescritos. De esta forma, minimizaremos las crisis y los efectos perjudiciales de esta patología sobre nuestra vida diaria.